Comentario
Está íntimamente relacionado con la arquitectura en algunas de estas tumbas de elite, de las que destacan por su complejidad y riqueza las denominadas Tumba 104 y 105. La pintura, con tonalidades azules, amarillas y rojas, fue aplicada al fresco sobre una base de estuco de color blanco, formando diseños y representaciones que ilustran el universo simbólico y ritual de los señores zapotecos. Desde un punto de vista estilístico, algunos de estos murales, en particular aquellos correspondientes a la Tumba 105, manifiestan una clara relación con el arte mural de Teotihuacan, aunque en ellos se incluyen también signos jeroglíficos mayas y elementos procedentes en los centros de la Costa del Golfo. Muy posiblemente, artistas de diferentes grupos étnicos visitaron las principales ciudades mesoamericanas del Clásico, integrando artísticamente los centros más relevantes de la región.Los murales funerarios de Monte Albán incluyen asimismo escenas que hacen referencia a las divinidades del panteón zapoteco, y que se completan con procesiones de individuos asociados a glifos y a anotaciones calendáricas que documentan la preocupación de la clase dirigente por registrar su historia. En el mural que decora la Tumba 103, un hombre muerto está representado por una máscara colocada sobre una pequeña estructura piramidal; cinco sacerdotes y una orquesta dirigen las ceremonias funerarias dedicadas al individuo muerto. La escena está presidida por el Dios del Fuego Viejo.En el interior de los recintos funerarios se practicaron nichos en los que se colocaron vasijas y urnas que complementaron el ajuar que acompañaba a los muertos, cuyos cuerpos se colocaron generalmente en el centro de la habitación en posición extendida. Sin duda alguna, las tumbas zapotecas y las ofrendas depositadas en ellas, constituyen el medio más apropiado para reconstruir el universo ideológico y ritual de los habitantes del valle de Oaxaca.También la escultura fue una manifestación artística dependiente de la arquitectura, sobre todo las tallas de carácter monumental. En piedra, los trabajos más relevantes tienen una clara relación con la denominada Plataforma Sur; las cuatro estelas halladas en su entorno muestran un embajador teotihuacano, ataviado con la indumentaria típica de su rango usada en el exterior de las fronteras del Valle de México, que seguramente procede del palacio de Tepantitla. A su llegada a Oaxaca es recibido por un noble zapoteco, que lleva un tocado muy similar al que portan los señores representados en las urnas. El mismo motivo es plasmado en la Lápida de Bazán, asociada al Montículo X, en la que un noble teotihuacano -8 Turquesa- llega a Monte Albán para entrevistarse con el zapoteco -3 Turquesa-; en definitiva, en estas esculturas se exponen las relaciones diplomáticas y comerciales existentes entre dos de las principales ciudades mesoamericanas del período Clásico. Un sistema glífico registra fechas en el calendario ritual de 260 días y nombres de guerreros. Estilísticamente, esta escultura monumental fue confeccionada colocando a los individuos de perfil, con un estilo plano y lineal.Los artistas zapotecos alcanzaron gran destreza en la confección de urnas decoradas con figuras humanas. Estas vasijas de forma cilíndrica, derivadas de los vasos huecos característicos del período anterior, fueron recubiertas por complicadas representaciones de señores y dioses zapotecos. Tradicionalmente se las ha interpretado como urnas funerarias y como incensarios, pero es más seguro que sirvieran como contenedores de alimentos y bebidas que debían ser utilizados por el muerto en su viaje al más allá.Las urnas fueron colocadas en los nichos abiertos en la entrada de las tumbas o en su interior, y muchas de ellas constituyen verdaderos retratos de los individuos muertos. Otras muestran a personajes ocultos bajo máscaras fantásticas de determinados dioses, entre los que prevalece Cocijo, el dios zapoteco de la lluvia, y el dios del maíz, junto a divinidades de la muerte. Las imágenes, modeladas en tres dimensiones sobre un cilindro, fueron hechas sobre la base de pequeños bloques de arcilla, y estuvieron ataviadas con complicadas indumentarias. En estilo, se caracterizan por un gran realismo expresivo y por su individualidad. Al final del Clásico, estas esculturas se hacen cada vez más convencionales y rígidas, definiendo el arte oficial de la elite zapoteca.Monte Albán decae a lo largo del siglo VIII, despoblándose y cesando sus actividades sociales y políticas complejas. Como sucede con otras muchas ciudades del Clásico, desconocemos los motivos por los cuales se produjo esta decadencia, aunque resulta evidente que la Plaza Principal deja de utilizarse y que el foco cultural se traslada al norte de la ciudad. Seguramente, otros centros de la cuenca, como Zaachila, Cuilapan y Lambityeco, compiten con la capital zapoteca hasta desintegrar el, hasta ese momento, centralizado poder en el valle de Oaxaca, a pesar de que hasta el momento no se hayan encontrado evidencias de violencia en su interior.Tras la decadencia de su capital, la continuidad cultural se mantiene en la mayor parte del territorio, según manifiestan los estilos cerámicos y la arquitectura, aunque las realizaciones son de orden menor. En Lambityeco se inicia un estilo arquitectónico que introduce el uso de finas lajas para recubrir los edificios, grecas escalonadas y figuras de estuco el cual, junto con algunos otros elementos culturales como los incensarios cerámicos de tipo Balancan, documenta la intrusión de elementos mayas de la península de Yucatán, los cuales se van a generalizar desde finales del siglo VIII. No obstante lo dicho, el aspecto general del centro es eminentemente zapoteco.